Centro de Actualización e Innovación Educativa (CAIE)
I.E.S. Nº 2 "Mariano Acosta" Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina

PERO CÓMO... ¿ GIUSEPPE VERDI, NO FABRICA GALLETITAS ?

pero cómo... ¿ Giuseppe Verdi, no fabrica galletitas?
Prof. Horacio Rinaldi

Hace ya un tiempo atrás, del orden de un par de años, mi cuerpo fue un involuntario escenario de una feroz lucha entre virus de todo tipo y tamaño y mis anticuerpos. La batalla fue tremenda y como resultado de tal acontecimiento estuve una semana completa en cama.
Además de pasar los días leyendo y escuchando mucha música fui televidente de la programación de la tarde de nuestra televisión. En esa época, existían diversos ciclos de entretenimientos en donde para obtener algún premio era necesario contestar preguntas de “cultura general”. En uno de esos programas, alumnos de distintas escuelas competían por conseguir que el auspiciante de turno les pagara sus viajes de egresados.La conductora realizaba preguntas en forma alternada a dos conjuntos de cinco alumnos cada uno, pertenecientes a dos escuelas distintas. El alumno de la escuela a la cual se le formulaba la pregunta, y que sabía la respuesta, debía dirigirse hacia el micrófono y contestar.En un momento, una de las conductoras, preguntó a los cinco alumnos de una escuela qué es “La Traviata”. Inmediatamente una alumna del grupo se abalanzó sobre el micrófono y contestó: ¡ una galletita !
Silencio. Luego risas. Risas que desde mi lecho de enfermo compartí.
Tiempo después, en uno de los tantos programas que recrean las cosas que pasan en la televisión, pasaron un conjunto de yerros cometidos por los estudiantes y público en general en el intento de contestar preguntas de cultura general. Entre los errores mostrados apareció el que yo había visto. Por supuesto, también aparecieron muchos más. Todos inevitablemente invitaban a la risa.
Frente a esto, el primer comentario que surge es el de la falta de cultura general no sólo de los adolescentes en general sino de algunos adultos en particular. Obviamente éste es un mal síntoma de nuestra época del que se escuchan permanentes debates, sobre todo tratando de analizar el por qué se llegó a esa situación.
La mayoría de los debates terminan con una especial mención a lo mal que se enseña en la escuela y los responsables directos de esto terminan siendo en general los docentes. Aunque si bien sobre este tópico también tengo mi opinión, no es la idea que me llevó a escribir esta nota. Lo que sí me interesa resaltar es que en esos programas, como en la mayoría de los programas que existieron y todos los que existen en la actualidad, cultura general se asocia al conocimiento más o menos profundo que una persona tenga en áreas de las Ciencias Sociales, las Artes, la Literatura, la Filosofía, la Biología y la Medicina entre otras (“otras” incluye el conocimiento de nombres de actores, deportistas y políticos, por ejemplo).
Muy de vez en cuando se escuchan preguntas sobre Astronomía y Química. Muchas menos veces se hacen preguntas sobre Matemática y, cuando esto ocurre, queda sólo reducido a un simple (o difícil) cálculo aritmético. Lo que es seguro es que casi no se escuchan preguntas sobre Física.
Todavía más interesante es que en algunos de estos programas al que gana se lo asocia con una “persona culta”. Evidentemente, a ninguno de los productores de estos programas les interesa saber el grado de conocimiento que los alumnos y el público en general tienen sobre las Ciencias Exactas. Y por supuesto, el desconocimiento casi completo de estas ciencias no lo relacionan con el grado de incultura de una persona.
Comparto la opinión generalizada que desconocer cuál es la capital de Francia, quién fue Shakespeare, quién escribió el Martín Fierro o quién pintó la Última Cena establece un grado de incultura. No es un buen síntoma que una alumna confunda la ópera La Traviata con una galletita. O que quizás esta misma alumna hubiese asociado a Verdi con una fabrica de galletitas o más aún con ser el dueño de Terrabusi.
Pero igualmente malo es que pocos, inclusive los que la gente considera como personas cultas, no puedan contestar con claridad quién fue Kepler, o que por ejemplo confundan a Heisenberg con la marca de una cerveza.La falta de alfabetización científica se extiende a un alto porcentaje de la población, que incluye a los alumnos, al público en general, a los llamados cultos, a los responsables de los programas de preguntas sobre cultura general, a los políticos y a los responsables de los medios de comunicación, entre otros. Justamente es en los medios de comunicación donde la falta de un mínimo conocimiento científico trae diversos problemas. Por ejemplo, cada vez que aparece algún acontecimiento vinculado con el “espacio exterior” es común que en los medios de comunicación se confunda el problema astronómico o astrofísico con un problema astrológico, total, las tres áreas del conocimiento describen el mismo tipo de problema. O para rematarla, consultan a Fabio Zerpa, antes que a algún científico del IAFE, organismo que salvo la gente que ahí trabaja y algunos pocos más, nadie sabe que existe y menos aún para qué sirve.Todavía es común escuchar que ciertos locutores de radio dicen una antigua y famosa frase: “estamos en el éter en la frecuencia.....” o por ejemplo que se hable que “la fuerza que traía el auto era de 100 km/h” o que “la pelota fue despedida a una velocidad de 80m”, o mejor aún, “la pelota llegó con mucha fuerza”. Ahora bien, el concepto más usado por casi todos, pero en general en forma incorrecta, es, sin lugar a dudas, la energía. Existe la energía asociada a las piedras, las pirámides, las cartas, la borra de café, las plantas y a cualquier objeto que los adivinadores utilicen para adivinar nuestro futuro. Por supuesto, que es una energía difícil de definir, pero a ellos les sirve para establecer contacto con el objeto y descifrar nuestro destino. También existe una buena y una mala energía, la cual está vinculada con la “buena o mala onda” de la persona. También resulta muy divertido escuchar a ciertos médicos que practican la llamada medicina cuántica. Las incoherencias y errores conceptuales son magníficos.
Pero, ¿ cuáles pueden ser las conclusiones que se pueden sacar de todo lo anterior ? Considero que son muchas, pero una sencilla es que para el común de la sociedad la alfabetización científica no es importante en términos de cultura general. Sólo se la entiende como un conocimiento propio de unos pocos, que a su vez son considerados como especiales, por no decir raros o hasta extraños.La falta de alfabetización científica también está relacionada de alguna manera con el hecho de que la sociedad en general no se cuestiona para qué es necesario un médico, un contador, un abogado o un ingeniero, y hasta es probable que vincule la existencia de estas profesiones y la importancia de lo que realizan con el crecimiento de un país y hasta con su grado de independencia económica. Sin embargo, esa misma sociedad no entiende o peor aún, no sabe, para qué puede ser importante que un país tenga matemáticos, químicos, astrónomos o físicos. Sobre los físicos, hasta es probable que ni siquiera sepa a “ciencia cierta” a que se dedican. Por supuesto que en este contexto su existencia no tiene absolutamente nada que ver con el crecimiento y autonomía de un país. Un ejemplo de lo que estoy diciendo lo constituyen las palabras que alguna vez expresó el ministro Cavallo: “que vayan a lavar los platos”, dirigiéndose a los investigadores del CONICET del área de las ciencias básicas.Todo lo anteriormente expresado, trae aparejado que no se tenga bien en claro cuál es la necesidad y la importancia del estudio de las ciencias exactas en la escuela. No tanto de la Matemática o de la Química, que de alguna forma son más aceptadas, pero sí de la Física. Consecuencia, no se estimula y profundiza la alfabetización en ciencias de los alumnos de escuela primaria y secundaria.
Más grave aún es que la falta de alfabetización científica en la escuela primaria y la escuela secundaria está conduciendo lentamente a que se ponga en duda, por ejemplo, la importancia de la enseñanza de la Física en la formación de los futuros ingenieros. Con asombro he visto cómo en los últimos diez años y en forma progresiva, los nuevos diseños curriculares de la mayoría de las universidades del país, públicas y privadas, redujeron los contenidos de Física (también los de Matemática) para dar lugar a materias de la socialmente denominada “cultura general”, filosofía, economía, idioma, marketing, etc. No quiero poner en duda en estos momento los motivos por los cuales se decidió incorporar estos contenidos. Estimo que sólidos argumentos existirán para esto. Lo que no entiendo es por qué para conseguir mejorar el nivel académico de los alumnos de Ingeniería en áreas tradicionalmente no enseñadas se haya decidido quitar fundamentalmente horas de Física.
Con relación a estas modificaciones, a veces he escuchado como argumentación (que determinaron en algunos casos la destrucción de los programas de Física y la reducción de la actividad de laboratorio), que quitando horas en el ciclo básico se puede hacer ingresar antes al alumno a su futura especialidad (entendible, aunque no lo comparto) o que finalmente no resulte útil a un ingeniero estudiar Relatividad o Mecánica Cuántica, al no tener nada que ver con su futuro laboral.Estas argumentaciones, me dan la oportunidad de realizar la siguiente reflexión. El conocimiento no tiene sólo un sentido utilitario (ni un sentido puramente económico). No todo se reduce al “para qué me sirve”. Estudiar y entender Física implica el desarrollo de habilidades intelectuales que muy pocas asignaturas están en condiciones de generar, y en lo que tiene que ver con la formación básica del ingeniero, estas habilidades terminan siendo indispensables.
Si además todo tuviera sólo un sentido utilitario seguramente encontraríamos que las carreras de Ingeniería están sobredimensionadas. Por ejemplo, para qué sirve que un Ingeniero Industrial actual sepa cómo funciona una máquina térmica si quizás nunca por motivos de trabajo se encuentre frente a una.
Por otra parte, los países del verdadero primer mundo también tienen en claro la importancia de tener gente que estudie Física (en cualquiera de sus formas: teórica o experimental) y las inversiones que realizan demuestran que la pregunta sobre si estudiar ciencias básicas es importante la tienen contestada.
Finalmente, ¿ contemplan los actuales diseños curriculares de la escuela primaria, secundaria, de las carreras de formación docente para maestros, Ingeniería (entre otras carreras) la falta de cultura tecnológico-científica de los alumnos que ingresan ? ¿ Se realizan acciones para corregir esto ? Considero que no. La continua reducción de los contenidos, la falta de presupuesto para armar laboratorios de Física son una clara demostración de por qué no. La Física en la formación de los niños, adolescentes, futuros maestros e ingenieros (entre otros) es muy importante, ya que a mi entender, es la única materia, dentro de las básicas, que le da “fundamento” a la tecnología.
Considero que los responsables de la enseñanza de las Ciencias Exactas en general y de la Física en particular de nuestro país tenemos un alto grado de responsabilidad en todo lo que he relatado. Como mínimo, no hemos sabido defender los espacios que en alguna época los diseños curriculares nos habían reservado. Pero esto se puede revertir. Personalmente considero muy importante que se revierta o por lo menos que se entienda lo anterior como un problema y la necesidad de buscar entre todos la solución.
Como síntesis de todo lo que quise significar con esta nota pensé en el siguiente desafío: aproveche cualquier reunión de amigos y coménteles que W. Shakespeare, Miguel Angel y J. Kepler fueron contemporáneos. Luego pregúnteles qué conoce de la obra de cada uno de los dos primeros. Luego permítales que hagan una reflexión sobre la importancia de enseñar sus obras en la escuela. Seguramente el resultado será que la mayoría conoce las obras más importantes de ambos y casi ninguno dudará de la importancia de su estudio en la escuela, cosa que comparto.Luego pregunte a las mismas personas si saben quién fue Kepler y qué fué lo más importante de su obra. Por supuesto, también pregúnteles si creen que es importante que se estudie su obra en la escuela. El resultado no será bueno. En general se desconoce a Kepler y por lo tanto la verdadera dimensión de su trabajo. Luego cuénteles que conoce a alguien que tuvo la suerte de maravillarse frente al David y disfrutar de los frescos de la Capilla Sixtina. Que se conmovió tremendamente con “Macbeth”. Pero lo más interesante es que intente convencer a su interlocutor, de que esa misma persona, que disfruta de los placeres que las artes en general nos brinda, sintió cuando las estudió y siente ahora que las enseña, la misma sensación de placer y belleza por las leyes de Kepler, que frente a la obra de Miguel Angel y Shakespeare. Después de todo Kepler sólo intentó entender “la armonía del Universo”.
Para terminar, como dice la canción, “quien quiera oir que oiga”, pero mucho mejor es “quien pueda hacer que haga”:
· La alfabetización científica en la escuela primaria y secundaria es imprescindible.· Los diseños curriculares de las carreras de formación docente para maestros y las en las Ciencias Físicas debemos dar una clara respuesta frente al problema carreras de tipo tecnológico, como la Ingeniería, deberían revalorizar los contenidos y actividades de laboratorio relacionadas con la enseñanza de la Física.
· Las Ciencias Exactas también forman parte del patrimonio cultural de un país y son fundamentales para la construcción de un país independiente.
· Los profesionales de la educación que trae su enseñanza y generar la didáctica adecuada para lograr despertar el necesario y merecido interés que por su estudio debieran tener los alumnos.

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